La felicidad es un concepto que ha intrigado a la humanidad durante siglos pero, ¿qué es concretamente la felicidad científicamente? Filósofos, teólogos, y poetas han debatido su naturaleza, pero en las últimas décadas, la ciencia ha comenzado a desentrañar sus misterios. Desde la psicología hasta la neurociencia, los investigadores están descifrando qué es la felicidad y cómo puede ser medida y cultivada.
Desde una perspectiva científica, la felicidad no es simplemente un estado de ánimo transitorio, sino un estado duradero de bienestar general. Los científicos distinguen entre dos tipos de felicidad:
Para que la felicidad, científicamente hablando, actúe, en el proceso entran en juego varias sustancias químicas que forman parte fundamental para crear este sentimiento.
Por una parte, está la serotonina que, con altos niveles, ayudan a mejorar la calidad de sueño y del humor. La dopamina es la responsable de aumentar la competitividad, de motivar para alcanzar las metas propuestas; es la que crea esa sensación de satisfacción. En tercer lugar, la oxitocina que nos da la capacidad de vincular y de empatizar. Por último, las endorfinas ayudan a inhibir el dolor y desarrollar las capacidades sociales.
La medición de la felicidad puede parecer subjetiva, pero los científicos han desarrollado métodos para cuantificarla:
La neurociencia ha revelado que la felicidad está vinculada a la actividad en varias áreas del cerebro:
La neuroplasticidad, la capacidad del cerebro para reorganizarse y formar nuevas conexiones neuronales, también sugiere que podemos entrenar nuestro cerebro para ser más feliz mediante prácticas como la meditación y el mindfulness.
La felicidad científicamente concebida nos ha aportado un nuevo punto de vista. Una manera de conocer mejor cómo funciona nuestro cuerpo y nuestra mente, para poder encontrar la mejor manera de sacar todo nuestro potencial. Aun así, cada persona es un mundo, por lo que es importante el autoconocimiento.