Lactancia materna: las claves para la mejor alimentación complementaria
La lactancia materna es un acto natural y esencial que proporciona a los bebés la nutrición ideal para su crecimiento y desarrollo. Además, fomenta un vínculo especial entre la madre y el hijo. Tal es su importancia que es crucial destacar las claves para asegurar una experiencia exitosa y saludable, complementándolo con una buena alimentación.
La alimentación complementaria es el proceso de ofrecer al lactante alimentos sólidos o líquidos distintos a la leche materna, como complemento y no como sustitución de la misma. Las recomendaciones han cambiado mucho en los últimos años, siendo en este momento bastante distintos a las de la generación anterior, por lo cual aún persiste cierta confusión entre las familias y en los servicios de salud que no se han actualizado.
Se recomienda lactancia materna exclusiva, sin otros alimentos ni bebidas (ni agua) hasta los 6 meses de vida. A partir de esa edad, se inicia de forma paulatina la diversificación alimentaria, manteniendo la lactancia materna hasta los dos años o más allá si madre y lactante lo desean.
En general, si introducimos los alimentos demasiado pronto los bebés pueden atragantarse, así como sufrir más infecciones gastrointestinales y respiratorias. A largo plazo se ha demostrado mayor riesgo de obesidad, diabetes mellitus tipo 1, eccemas y riesgo de destete. Tampoco debemos esperar más del séptimo mes porque puede ser demasiado tarde, ya que el lactante necesita tener otras fuentes de nutrientes, especialmente hierro y zinc. Además, si esperamos mucho puede desarrollar alergias alimentarias, peor aceptación de texturas y alteración de las habilidades motoras orales.
Introducción de alimentos
No hay alimentos mejores que otros para empezar; cada cultura y lugar del mundo
tiene sus propios alimentos y sabores, y cada niño debe ser introducido en ellos. De esta manera, podremos empezar a ofrecer:
- A partir de los 6 meses: Cereales, frutas, hortalizas, legumbres, huevo, carne, pollo, pescado, aceite de oliva.
- A partir de los 9 meses: Yogur, queso en pequeñas cantidades.
- A partir de los 12 meses: Leche entera de vaca, yogur, queso.
- A partir de los 3 años: Sólidos con riesgo de atragantamiento (frutos secos enteros, manzana o zanahoria cruda, etc).
¿Cómo damos la alimentación complementaria?
Parte del proceso de maduración del ser humano incluye aprender a comer de forma autónoma. Por tanto, la manera en la que introducimos los alimentos no está dirigida simplemente a aumentar los nutrientes sino a acompañar en esta nueva etapa.
Aunque no se desaconsejan las papillas y purés, sí es interesante aumentar progresivamente la consistencia de los alimentos. De hecho, se recomienda comenzar con texturas grumosas y semisólidas lo antes posible (6-9 m). A los 12 meses, el lactante ya puede consumir el mismo tipo de alimentos que el resto de la familia.
A la hora de que el bebé coma él solo, es interesante permitir cierta autonomía, según sus capacidades. Toca a las madres y padres tolerar un cierto desorden, dentro de lo que consideren aceptable, para que el bebé adquiera soltura en el manejo de los alimentos, primero con sus manos y más adelante con utensilios.
Respecto a cantidades, aunque los padres deciden dónde, cuándo y qué come el niño es el niño quien decide cuánto come. Forzarle a tomar cantidades que nosotros decidimos puede tener efectos negativos a largo plazo. En este marco aparece la estrategia llamada baby-led weaning, una forma de ofrecer la alimentación complementaria en la que al bebé se le permite “dirigir” el proceso desde el principio.
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