El sufrimiento tiene rostro: salud mental en los profesionales sanitarios
La salud mental de los profesionales sanitarios sigue siendo uno de los grandes retos invisibles del sistema de salud. Las diversas situaciones de alta carga emocional, largas jornadas y decisiones difíciles afectan profundamente a su equilibrio psicológico. La exposición constante al dolor, la pérdida y la presión por ofrecer siempre la mejor atención puede derivar en estrés crónico, agotamiento y, en muchos casos, en el conocido síndrome de burnout. En este contexto, cuidar la mente y las emociones no es un lujo, sino una necesidad vital para poder seguir cuidando a los demás.
El rostro del sufrimiento
“El sufrimiento tiene cara, tiene forma, tiene olor”. Así lo describe el Dr. Pedro García, médico paliativista con años de experiencia acompañando a personas en los momentos más difíciles de su vida. En su trabajo, el sufrimiento no es una idea abstracta: se palpa, se ve, se siente. No solo afecta al paciente, sino también a su familia y, de forma silenciosa, a los propios profesionales que lo enfrentan cada día.
Vivir continuamente cerca del dolor deja huella. Cada historia, cada despedida, se graba a fuego en la memoria y plantea una pregunta inevitable: ¿cómo puede un profesional sanitario cuidar su propia salud mental en medio de tanto sufrimiento?
Relativizar para poder seguir
Pedro lo tiene claro: “Cada uno debe encontrar su propio camino para gestionar estas cuestiones. Y si no puedes solo, busca ayuda. Es importantísimo apoyarte en tus seres queridos”.
Con los años, algo importante que ha aprendido ha sido a relativizar. Dar menos importancia a lo que no lo tiene se ha convertido en una herramienta de supervivencia emocional. “Si conoces el olor del sufrimiento, ¿de verdad merece la pena enfadarte por algo trivial?”, reflexiona. Esta perspectiva, comenta, le ayuda a mantener el equilibrio y a centrarse en lo que realmente importa.
Empatía y compasión: las herramientas del alma
Para Pedro García, la empatía es esencial en cualquier profesional de la salud. Pero él va un paso más allá y habla de compasión: actuar con intención para aliviar el dolor del otro.
“No solo es ponerse en el lugar del otro, sino hacer lo posible para que su sufrimiento sea un poco menor”.
Este compromiso le da sentido a su labor y también le aporta fuerza personal. “Saber que tus acciones tienen un impacto positivo en alguien te sostiene incluso en los momentos más difíciles, es lo que realmente me ayuda a seguir adelante”.
Por último, destaca algo esencial que ha aprendido en los últimos años: “Parar también es una forma de cuidar. A veces, aunque te sepa mal decir ‘no’, es necesario. Porque si tu cuerpo te pide calma, es porque realmente lo necesitas”.
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